viernes, 11 de mayo de 2012

La Piña

Tal vez la mejor manera de explicar lo que estoy pensando/sintiendo está aquí Sin embargo, querría decir algo más, y ni siquiera sé cómo. En un mundo donde los seres humanos tendemos a pensar sólo en nosotros mismos, muchas veces la mejor opción para sentirse acompañado, comprendido, escuchado o animado, es recurrir a una mascota. Perros, gatos, hamsters, suelen tener algunas características especiales que nos ayudan a hacer de esta vida algo un poco más llevadero cuando estamos pasando por algún mal momento, algo más divertido y alegre, algo que vale mucho más la pena. Nos exponemos a una relación en la que podemos depositar cariño, atención, cuidado... Y generalmente recibimos más de lo que damos. Con nuestras mascotas podemos tener conversaciones con un interlocutor que no habla, pero que no necesariamente no entiende, la comunicación con ellos existe y suele ser clara, suele ayudar a comprender, a mejorar, a desahogarse. Hace ya varias horas recibí una mala noticia. Una persona a quien quiero y admiro mucho perdió a una mascota, un gato. Al parecer murió por envenenamiento, así que intencional o no intencionalmente todo indica que hubo otras personas involucradas. Independientemente del caso, la pérdida es fuerte, y es dolorosa. Una vez más, como en todas las situaciones de esta naturaleza, no puedo más que imaginar lo que es, lo que se siente, y desear que se asimile y que pase, a su debido tiempo, que pase. Sin embargo, quise con palabras, hacer de este sentimiento de impotencia, una intención. Una intención de empatía que por obvias razones no es exitosa, pero que es sentida y dice: estoy contigo, te quiero mucho y espero que pronto te sientas mejor. Si alguien lee esto, sería interesante que como comentario, me regalaran alguna anécdota divertida o curiosa vivida con alguna mascota. De mi familia sólo recuerdo mascotas cuando vivimos en Atlixco y éramos muy niños... Yo en realidad no la recuerdo, pero estoy seguro que la "Duquesa" (una perra que tuvimos ya hace muchos muchos años) fue una gran compañera. Lo sé porque en algunas ocasiones mi madre me ha platicado que con ella salía a sentarme en el patio con una caja o bolsa de galletas. Cada galleta que comíamos (sí, comíamos) era compartida, una mordida yo, y una mordida ella. Supongo que para mi mamá debió haber sido por demás preocupante en temas de salud, pero apuesto que también debió haber sido muy divertido! La razón de solicitar anécdotas es que cuando hemos perdido a alguien (aprendí en el funeral de mi abuela materna), es importante que la persona (o en este caso mascota) sea recordada, y sea valorada, se platique de lo que se vivió con él/ella, de lo que nos han dejado... Es el mágico poder de las palabras: aquello que se menciona, es. Y al ser existe y tiene vida, aquella que nos regalaron y que sigue en nosotros cada vez que queramos.